descargar. Todo el tiempo necesitaba descargar. Ser pasajero eterno presiona y cansa. Creértela presiona y cansa. Tenes que sostener "algo" todo el tiempo, es cansador.
No me quedé mucho ahí. No me sentí. Sentí mucho, pero no a mi.
El viaje no termina hasta que no concluyas la última página, hasta no escribir el último renglón, entonces lo hago eterno, pensé. Soy experta en eso. Quiero trepar la torre más alta que él me cantó, tirarme en la playa, sol. Quiero la nada más significativa que haya.
Lo vi al amanecer. Estaba cansada, viajé de madrugada. El autobús no ayudo mucho. Tenía al lado uno que saco algo de comida maloliente a las tres de la mañana. Me revolvió el estomago.
No dormí bien y llegó antes. No había nada abierto, unas pocas personas esperando irse, a las que les pude preguntar como llegar al "Boulevard" ¡No! hasta las siete no tenes nada, toma un taxi. No tengo plata, espero, y esperé.
El invierno no estaba en su máximo esplendor, pero se sentía el frío matinal, como de montaña.
Después supe que podía haber caminado. Lo hice tantas veces después. Ahora puedo cerrar los ojos y hacerlo de memoria. Después.
Se prendieron los relojes y la vida comenzó a amanecer lentamente, madrugadores que solo volví a ver el último día. El sol todavía no quería asomarse, pero sus rayos se empezaron a desperezar en el horizonte.
Llegó el autobús, no fue para tanto. Nunca lo es.
El número 18 no sé cual es, pero nos fijamos cuando lleguemos, te aviso.
Dejé todo mi equipaje, mi vida en equipaje, atenta al llamado del chofer. Por la ventana era solo una ciudad más, negocios calles y casas pintorescas.
18 acá. Gracias a él y a tantos como él gracias.
Me pesaba mucho, estaba cansada y hacía más frío que antes. Como siempre empecé a caminar para el lado contrario al que tenía que ir, hasta que como siempre pensé que siempre camino para el lado contrario al que tengo que ir , y di la vuelta.
Se empezó a asomar por el final del camino ese azul verdoso penetrante. Brillante que me cegó e hipnotizó. No pude frenar hasta el final, hasta no estar al límite del precipicio.
Con un amanecer ya prominente. El peso ya no se sentía y el cansancio no era tal. Ahí lo supe. En ese mar lo supe. Este es el lugar.